¡La escuela! La pregunta por el sentido siempre subyacente hace que me llene de asombro recorriendo sus corredores […] ¿Quizás el asombro se ha vuelto hábito? ¿Será porque soy uno de estos ‘mayores’ a quienes los más pequeños’ observan atónitos o ignoran? Y ese ‘mayor’ parado al frente. ¿Cuántos miedos, angustias, recelos, culpas y desazones no contiene su corazón? ¿Por qué debe llevar sobre sí el peso de una cultura que pone en él la esperanza de un mundo mejor? ¿Por qué es normado, regulado, observado, criticado, algunas veces respetado, mal pagado, agradecido o a veces despreciado, admirado…? ¿Cómo ser el foco de atención de cientos durante el día, tener que rendir cuentas invisibles a la sociedad y no cargar en los hombros el peso del complejo mundo de Atlas?