Nuestros tiempos transcurren en una frenética práctica regulativa impulsada desde los gremios económicos de la educación y auspiciada por las políticas gubernamentales en respuesta a requerimientos de organismos multinacionales comprometidos con una sociedad de pensamiento único. Junto a las pretensiones de establecer un lenguaje único para los reportes contables a través del establecimiento de Estándares Internacionales sobre Reportes Financieros (IFRS por sus iniciales en ingles) o bien globalizar la aplicación de los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados en Estados Unidos (USGAAP por sus iniciales en ingles) o establecer una normativa alternativa del tipo propuesto por el Proyecto ISAR de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Económico y Social (ISAR-UNCTAD por sus iniciales en ingles), se mueve un proyecto de la misma
naturaleza que busca uniformidad en los procesos de formación de profesionales contables… Por eso resulta refrescante que frente a esta política global y de integración, acción pasiva del pensamiento con personeros en la nación y especialmente en el Estado, afloren pensamientos diversos, frescos, con el optimismo de un pensamiento joven, abordando la problemática con un espíritu crítico en contravía de las pretensiones del pensamiento único, como ocurre en este texto, del que fui privilegiado con la dispensa de construir un prólogo, tal vez solo por ser el mas viejo del pensamiento joven. No puede decirse que el texto constituye un trabajo colectivo, más bien es un conjunto de esfuerzos individuales que a través de la expresión de diversidades propias de los espíritus libres, alcanzan puntos de coincidencia que otorgan consistencia y coherencia a un discurso educativo renovador.