Un mundo mecanizado por el influjo del mercado sigue dando vueltas sobre su propio laberinto. Tiempo avizorado por el poeta que en los años sesenta, del siglo pasado, escribió: El ser no es una fábula… Apenas recordamos la caída donde la muerte se llenó de pájaros y alguien gritó que el cielo es imposible. Generación Desencantada que anticipó los tiempos del presente. Resistencia al contacto de la piedra que sólo comunicó frío a una humanidad que aprendió a vivir en el solipsismo de su egolatría. Dice el poeta: pero nosotros no queremos dar el salto, nos negamos a la dicha. Se vive en el barullo tecnificado de los medios de comunicación. En este siglo, aún no se da el salto: deambulamos en la desdicha de nuestro propio laberinto, manipulados por dioses que promueven y entronizan ferozmente la glorificación del yo. Hoy el poeta no sólo nos invita a dar el salto, anuncia otra vez el porvenir. Presagia que quizá ya descendimos por escaleras de piedra húmeda a dónde hay estrellas repitiéndose dolorosas de polvo, como en un círculo perpetuo. Para Giovanni Quessep el ser no será una fábula, pues siempre saltará a la dicha del tiempo que quema el vuelo de las hojas que caen y abre la flor azul: Abismo revelado. Él sigue presintiendo que el mundo que palpan nuestras manos, es la piedra ardiente de donde brota llama azul nuestro único don en lo desconocido. Luis Guillermo Jaramillo Echeverri